Por: Camilo Ballesteros
La inversión en infraestructura es un elemento fundamental en el desarrollo económico. Su impacto puede ser transformador, favoreciendo la productividad y la competitividad, y con ello el crecimiento del desarrollo económico y social.
Pero, ¿INVERTIR EN CEMENTO ES INVERTIR EN LA GENTE?
Si priorizamos de madera correcta las dos convergen hacia el desarrollo y progreso, un puente para conectar productores rurales con mercados es un buen ejemplo de ello; sin embargo, que sucede cuando priorizamos inversiones en obras de infraestructura como calles o remodelaciones por encima de mejorar la calidad y cobertura educativa o la salud.
¿BAJO QUÉ CRITERIOS SE TOMAN ESTAS DECISIONES?
Después de más de un año de pandemia provocada por el COVID-19 que socavo la economía familiar, situación que continuará por lo menos durante el resto año ¿Cuál es el papel correcto desde las administraciones publicas?
¿QUÉ SE VA A INVERTIR EN LA GENTE?
Teniendo en cuenta que entre sus principales objetivos esta satisfacer las necesidades de la sociedad , salvaguardar sus derechos e intereses, lo ideal sería que se concentren los esfuerzos y recursos necesarios en atender las necesidades de empleo, salud y educación a través de planes que estimulen la economía de los mismos sectores, apoyo al emprendimiento, fortalecimiento de los sistemas de salud para que más personas tengan acceso y mejor atención, y por último y no menos importante crear estrategias para que la educación pueda llegar hasta los menos favorecidos, a donde no llega la señal de internet, donde no hay una pc para estudiar etc…