Alguien del gobierno debía asumir el costo político y social que generó la fallida reforma tributaria, y ese fue el ministro de hacienda Alberto Carrasquilla, quien renunció el cargo y lo hará oficialmente en próximas horas.
Era lo más lógico después de haber fracasado en su intento de gravar con IVA servicios públicos e incluir artículos lesivos para la clase trabajadora que se levantó en movilizaciones y obligó al presidente Iván Duque a retirar totalmente el proyecto.
Además, es sano su retiro para bajar la tensión política y buscar consensos necesarios para encontrar un proyecto que le genere ingresos a la nación, equilibre el gasto originado por la pandemia y se sostengan programas de asistencia.
Además de Carrasquilla, el viceministro Juan Alberto Londoño también presentará su dimisión.
Carrasquilla no tiene afectos en el Congreso de la República, goza de serios distanciamientos con distintos sectores y no era el apropiado para buscar el “consenso” que desea el presidente para reformular el proyecto de reforma tributaria.