LOS MENSAJES DE WHATSAPP QUE DELATARON AL SÁDICO ‘MONSTRUO DE GUARNE’

Unos simples mensajes llevaron a la Fiscalía y al Gaula a descubrir en un lugar apartado de Guarne (Antioquia) a un peligros asesino múltiple, que se ocultaba bajo la máscara de un campesino.

Fue tanto el horror que despertó en la región que lo llamaron el ‘Monstruo de Guarne’.

Todo comenzó cuando María Gladys, habitante de Guarne, desapareció súbitamente el 18 de enero del 2016.

La mujer era soltera y su tío Luis Carlos Cuervo advirtió que algo raro sucedía cuando no la encontró en su casa.

El familiar relató que no era común que ella se ausentara.Entonces, con el ánimo de encontrar a su sobrina a toda costa, recorrió las calles del pueblo de manera incansable, preguntó por ella y empapeló paredes y postes con su foto.

Con el paso de las semanas apareció la primera pista. Un poblador le dijo que había visto a María Gladys el mismo día de su desaparición. Según el testimonio, iba acompañada de Jaime Iván Martínez Betancur, mayordomo de una finca en el municipio.

El tío fue a preguntar a la finca pero nadie lo atendió y regresó a su casa.

Entonces, comenzó a pasar algo desconcertante: cuando le escribía a su sobrina por WhatsApp, se daba cuenta de que recibía los mensajes.Esto le hizo pensar que estaba viva en algún lugar y insistió en volver a la finca donde vivía Martínez Betancur.

Pasaron los días y no tenía respuestas de los mensajes que le enviaba por el teléfono.

A los dos meses, el tío recibió un mensaje en el WhastApp en el que supuestamente ella le decía que se había ido a otro pueblo por una oferta laboral.

Entonces, convencido de que algo no estaba bien, acudió a la Fiscalía y les contó a los investigadores la historia. Les dijo que sospechaba que detrás de la pantalla del celular de la sobrina se escondía otra persona.

«Confiamos en ese señor, hasta lo dejamos quedar en la escuela de la vereda porque era el vigilante. Acá en el pueblo todos somos amables, serviciales, así que le ayudamos, le dimos la mano. Pero vea»

Allí comenzaron a hacer un rastreo de la línea móvil y se determinó que la sim card de María Gladys estaba siendo utilizada desde otro celular.

A pesar de que ya sabían que la persona que usaba el móvil estaba todavía en Guarne, no era posible dar con una ubicación precisa.

Tuvieron que esperar cuatro meses para que quien utilizaba el dispositivo permaneciera en línea el tiempo necesario para ser rastreado.

Cuando por fin se pudo hacer el rastreo, la pista ratificó lo que hasta entonces solo era una sospecha vaga del tío: el celular estaba siendo usado en la vereda Hojas Anchas, precisamente donde Martínez Betancur fungía como mayordomo.

En ese momento, un juez autorizó un registro de la vivienda en donde vivía el hombre.

En imágenes tomadas por la Fiscalía el 13 de junio de 2016, puede evidenciarse cómo personal del CTI entró a la finca y le explicó a Martínez Betancur que tenían una orden de allanamiento.

El hombre los recibió tranquilo, de manos cruzadas, sin camiseta, rígido y con la mirada estática.

En el rastreo de la vivienda, las autoridades encontraron las primeras evidencia en su contra: un reloj y un anillo que pertenecía a María Gladys.

Inspeccionando el área de la finca, un soldado del Gaula advirtió que no muy lejos había una tierra removida.

Tras escarbar, las autoridades encontraron el cuerpo de María Gladys Arango.

«¿Quieren escuchar la verdad? La verdad, yo maté a mi compañera, a mis dos hijastros y a la amiga de mi compañera?»

Según Enrique Carvajal, entonces concejal de Guarne, la noticia fue escandalosa en el municipio. Nadie se imaginaba que ese hombre que jugaba fútbol, a pesar de ser un poco extraño y huraño, hubiera cometido un homicidio.

«Era un tipo normal, común y corriente, que jugaba fútbol en torneos y compartía con la comunidad. Uno nunca creería que fuera un monstruo. Pero la verdad nunca lo conocimos a fondo, no sabíamos nada más de él, ni de su pasado ni de dónde venía”, relató el concejal.

De la misma forma piensa una mujer que vive en el sector. Para ella, la comunidad había acogido a Martínez Betancur de buena manera cuando llegó proveniente del departamento de Caldas.

“Confiamos en ese señor, hasta lo dejamos quedar en la escuela de la vereda porque era el vigilante. Acá en el pueblo todos somos amables, serviciales, así que le ayudamos, le dimos la mano. Pero vea”, relató la mujer.

Los mensajes de WhatsApp que delataron al sádico ‘monstruo de Guarne’

En el nuevo capítulo de Crímenes resueltos, así descubrieron a un asesino múltiple por un celular.

Pero lo peor estaba por pasar. Las autoridades hallaron tres cuerpos más enterrados junto al de María Gladys.

Según se pudo determinar unos días después, pertenecían a Natalia García Gil, la novia de Martínez y con quien convivía. Los otros dos eran de sus hijos, de 8 y 5 años.

Acorralado, el homicida confesó que él había cometido los cuatro asesinatos con sus propias manos.

Incluso, se atribuyó más de 20 homicidios que, según dijo en ese momento, había ejecutado a lo largo de una década.

Sin embargo, luego se retractó y afirmó que solo era responsable de las cuatro víctimas encontradas en Guarne.

Asediado ante los medios de comunicación, declaró con frialdad: “¿Quieren escuchar la verdad? La verdad, yo maté a mi compañera, a mis dos hijastros y a la amiga de mi compañera. Ella le hacía los cuartos y me llené de ira y los maté. Aparte de esos cuatro crímenes no tengo ningún otro encima”.

La primera víctima fue ella, su novia. Según la versión del mismo asesino, la ahorcó con una cuerda y la dejó sobre el piso. Luego, mató a los dos niños para no «dejar cabos sueltos». Solo le faltaba una pieza: María Gladys. Así que la citó en la finca y procedió de la misma manera.

También expresó que no podía definir el momento de los asesinatos porque, según él mismo, “no sintió nada”. En costales llevó los cuerpos y los enterró en el sitio que las autoridades luego hallaron.

El 20 de enero de 2017, un año después de la desaparición de María Gladys, el Juzgado Cuarto Penal Especializado del circuito de Antioquia avaló el acuerdo celebrado entre la Fiscalía y la defensa del procesado y sentenció a 42 años de prisión a Jaime Iván Martínez Betancur.

Fue condenado por los delitos de homicidio agravado y desaparición forzada agravada. Desde entonces, Guarne es consciente de que un monstruo puede pasar inadvertido.

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Vía el tiempo.

 

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