LA OTRA PANDEMIA

Por: Marcos Daniel Pineda García.

Mucho se ha dicho de la pandemia en términos de salud pública y sus terribles consecuencias, que son verdaderamente lamentables y han cambiado para siempre la realidad de todos. Pero detrás de ello, se esconden las tragedias personales y familiares, que silenciosa y progresivamente nos vienen sumiendo en una profunda tristeza.

El mundo está lleno de corazones rotos por la pérdida irreparable de seres queridos. Hay miles de casos alrededor del mundo, como el de mi amiga Liliana, quien perdió a su esposo, luego tuvo que ver partir a su madre y recientemente, le dio el último adiós a su hermano Olimpo. Y mi amigo Octavio, en el barrio La Pradera, quien perdió a su madre, mi gran amiga, Nohemí y 23 días después despidió a su padre.

Así como muchos han llorado a sus seres queridos, hay quienes sufren la debacle económica, porque han perdido su trabajo, se vieron obligados a gastar sus ahorros o literalmente, no tienen ningún tipo de ingresos, ¡esa también es una tragedia! Como mi amigo Franklin, del corregimiento Kilómetro 12, quien junto a sus compañeros meseros, han dejado de percibir recurso alguno desde hace ya año y medio.

Empresas como Paquetours, de mi amigo Juan Flórez, que pasó de traer cerca de mil turistas a la ciudad en 2019, a poco más de 100 en 2020, son solo muestras de la realidad que viven cientos de empresarios y sus empleados. Los artistas que han puesto en alto el nombre de Montería, como las orquestas Long Play Band y Súper Combo Latino, ambas ganadoras del Congo de Oro, tuvieron que guardar sus instrumentos, al igual que más de 700 músicos de la ciudad.

Cada quien afronta la tragedia del Covid a su manera, con esfuerzo y sobrellevando el sufrimiento, muchos han logrado salir adelante. Sin embargo, hay quienes no poseen la fortaleza mental suficiente para superar el drama que ha suscitado esta pandemia, aquellos que están enfermos y aunque tal vez sonríen, puede que por dentro lloren.

La salud mental es una amenaza, que camuflada tras el virus, también está cobrando víctimas y así los demuestran las últimas cifras de suicidio en Córdoba. Encontrarle explicación a lo que pasa por la mente de una persona que toma esta decisión, es algo que solo los profesionales de la salud mental lograrían y es precisamente a quienes debemos acudir como sociedad y cuyo concepto las autoridades deben escuchar para evitar más tragedias como la de Elkin Ballesteros, a quien sus angustias internas no le dejaron ver otra salida que colgarse en el parque del barrio Nariño, a la vista de todos.

El joven Manzur López Mebarak, en el barrio La Pradera; la niña Paula Andrea Mendoza Padilla, en Rancho Grande o Leidy Andrea Brieva Reyes en Colina Real, son solo algunos nombres que tristemente alargan la lista de los casi 30 casos de suicidio registrados en Córdoba en lo que va corrido del año. Es innegable que desde el inicio de la cuarentena el flagelo ha ido en aumento, incluyendo los más de 300 casos de quienes lo han intentado.

Si bien es cierto que hay que seguir trabajando en la vacunación para alcanzar la inmunidad y reactivar la economía, también es cierto que se necesita más solidaridad y empatía con los que hoy sufren, así como acciones de las autoridades ante la salud mental como un tema de primera línea, reconociéndolo también como un problema de salud pública, para evitar que se convierta en otra pandemia.

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