La tesis del mandatario de Colombia y de los más radicales representantes de la izquierda latinoamericana sobre una forma de golpe de Estado quedó en vilo.
La realidad en muchos aspectos de la vida supera a la ficción. Este jueves, el país vivió una escena increíblemente paradójica: por un lado, en la audiencia de Nicolás Petro, la Fiscalía informó que el hijo del presidente Gustavo Petro admitió haber recibido dineros ilegales, parte de los cuales habrían ido a parar a la campaña presidencial del hoy mandatario. Al mismo tiempo, el jefe de Estado pronunciaba un encendido discurso en Sincelejo refiriéndose a la situación de su hijo. Un hecho así no ha sido registrado en la historia de Colombia.
Está vez, curiosamente, Gustavo Petro no se refirió abiertamente a la tesis que viene esgrimiendo cuando su gobierno enfrenta dificultades, en el sentido de que contra él y contra su administración se viene tejiendo un “golpe blando”. La situación de su hijo mayor ante la justicia es tan crítica que no puede atribuir este nuevo escenario a una creación de los medios de comunicación.
La aceptación de Nicolás Petro de haber recibido dineros de exnarcotraficantes que habrían terminado en la campaña, según declaró ante la Fiscalía después de aceptar colaborar con la justicia ante la contundencia de las evidencias en su contra, no solo representa un golpe de incalculables consecuencias contra el Gobierno Nacional y contra el Pacto Histórico, sino un garrotazo a la persona de Gustavo Petro y a su magistratura moral como presidente.
Qué es el “golpe blando” del que habla Gustavo Petro
Lo dicho por Nicolás Petro puede resultar más devastador que el “golpe blando” al que aluden con frecuencia Petro y otros representantes de la izquierda latinoamericana. Algunos en Colombia ya califican la situación como una “catástrofe política”, y en el exterior no la bajan de “preocupante”.
De ese “golpe blando” han han hablado el expresidente de Ecuador Rafael Correa (“Como ya no pueden dar golpes de Estado tan descarados, su nueva estrategia son los golpes blandos”) y el actual mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador (“Son golpes blandos. Ya no es la intervención militar. Ya es ir, con el control de los medios de información, que los manejan los oligarcas de los países, socavando autoridades legal y legítimamente constituidas”).
A esa idea también se han referido Cristina Fernández de Kirchner, que dijo que los gobiernos nacionales y populares no serán desalojados por golpes de Estado, por militares, sino por otros que “no vinieron con uniformes ni con botas, [sino] con togas de jueces y medios hegemónicos”, en referencia a la justicia y a los medios de comunicación; y antes el fallecido Hugo Chávez, cuando decía dibujando un explosivo con mecha lenta: “Ellos van a tratar de alargar, alargar, buscando la explosión. Solo que aquí esa explosión no va a ocurrir. Aquí los únicos que pueden causar una explosión son las masas populares”.
Venezuela perfeccionó el concepto después de Chávez y lo acomodó. Nicolás Maduro ha sostenido la idea de que su régimen está sometido a un “golpe suave”, entendido como la confluencia de movilizaciones estudiantiles y de oposición, lo que denomina “guerra económica”, y lo que considera injerencia extranjera, en la que incluye al departamento de Estado de Estados Unidos y a paramilitares de Colombia.
En Cuba la tesis también se usa para descalificar las protestas y los avances de la oposición, y es su perspectiva —en la que los responsables del “golpe blando” son los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información— la que está más difundida y en la que parece haber encontrado una fuente Gustavo Petro, que no ceja en sus señalamientos contra la prensa y los periodistas.
El enfoque marxista sobre el “golpe blando”, basado en la denominada ley de transformación de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos, se puede entender con esta explicación del chileno Pedro Santander, citado por el medio Cuba Debate: “Se intoxica […] el ambiente social, apostando a generar las condiciones subjetivas necesarias que permitan que la temperatura comunicacional suba lo suficiente para que haya un traslado, un cambio de estado físico y un salto de esa intoxicación desde lo mediático-virtual a lo social-material, con el propósito de generar así movilización ciudadana en calle”.
Desde esta perspectiva, es absolutamente inviable el ejercicio del periodismo y la existencia de los medios de comunicación, salvo que sean de la cuerda del Estado. Así, sencillamente resultan inadmisibles el debate público y las denuncias que hacen los comunicadores que, en cualquier democracia plena, ejercen una función fiscalizadora. Lo contrario es tierra de totalitarismo.
Esta vez, Gustavo Petro no habló de “golpe blando”
Ante la dimensión y gravedad de la situación en que lo puso su hijo, el presidente Petro no hizo esta vez alusión al “golpe blando” al que se refiere habitualmente. Aunque durante el acto de entrega de títulos rurales en Sincelejo, pronunció un discurso que comenzó refiriéndose a los medios de comunicación.
“Por la tarde antes de subir al avión para llegar acá pues tuvimos otras noticias de las cuales no me puedo expresar a profundidad porque solo son periodísticas […]”, dijo Petro en el comienzo de su intervención. “Y un presidente debe tener información un poco más precisa…”.
Después, planteó un giro retórico y demagógico en el que desestimó dar declaraciones a los periodistas y los puso claramente en un lugar opuesto al del pueblo. “Hay una serie de periodistas que quieren mi entrevista, pero yo prefiero hablar aquí con mi pueblo, si fue mi pueblo el que me eligió. A nadie más le debo la elección. Entonces es al pueblo al que debo responder”.
Efectivamente, es al pueblo, todo, no solo al sincelejano ni al que recibe títulos de propiedad, sino en general a Colombia entera, a la que el presidente deberá aclarar las afirmaciones de su hijo, que no constituyen un “golpe blando” movido por los medios de comunicación.
Ahora son 27 personas, incluida la primera dama Verónica Alcocer, la ex jefa de gabinete Laura Sarabia y el exembajador en Venezuela Armando Benedetti, las que aparecen en en entramado de Nicolás Petro. Además, se anuncia la apertura de otras líneas de investigación y el envío de copias del caso a otros organismos de control.
“Lo que dicen los medios, no, su señoría”, le dijo el fiscal del caso, Mario Burgos, al Juez 74. “Hay suficiencia probatoria”. Lo que dice Nicolás Petro es un golpe por donde se le mire, y muy duro.
Vía Pulzo.