Por: Eduardo Padilla Hernández, presidente Asociación Colombiana de Veedurías Ciudadanas (Aso-Red)
La comunidad dice que “Caregato” es una mina de oro, y no se equivocan, pues trajeron, del Brasil, una draga de bajo volumen, usada en el hermano país para explotación aurífera, contratada a dedo y sin ningún control de dirección técnica, financiera, ni administrativa, pues no existe valla informativa, a pesar de haber un contrato que asciende a la suma de $4.000 millones. Además, no hay publicidad acerca de la legalidad de importación del equipo hidráulico.
En la citada contratación no existen los siguientes factores:
-Interventoría.
-Supervisión de obras que contemple y exija cumplir un cronograma.
-Plan de inversión en la obra.
-Plan de calidad.
-Manejo ambiental de residuales.
-Ni medidas laborales siso por alto riesgo operativo.
Aquí se nota la clara violación de la Ley 80 de 1994, en su artículo 8, cuya absoluta responsabilidad recae sobre las alcaldías y gobernaciones del área afectada, generando un detrimento patrimonial, en contra del Estado, derivado de las omisiones inherentes a la contratación.
El equipo mencionado es inadecuado, de muy bajo volumen de corte, obsoleto y escogido a dedo sin un plan que muestre eficiencia, rendimiento operativo y no sólo una gran facturación horaria, todo esto cohonestado por una interventoría invisible.
No existe en el sector “Caregato” la presencia física de interventoría, con la bitácora diaria, con control técnico de rendimiento y seguridad social laboral, ni actas mensuales de cuantificación de obras respectivas, muy a pesar de que la gobernación de Sucre paga más de $400 millones por concepto de una interventoría fantasma de los ganaderos.
En efecto, miles de millones en recursos se están diluyendo en las turbias aguas del río Cauca, por la ceguera deliberada y cómplice de los entes territoriales y nacionales indolentes, incapaces de solucionar ese desastre hídrico reiterativo, explotado por políticos que usan para provecho personal dos de las fases del ciclo del agua, como son precipitación y escorrentía (inundaciones).
El citado boquete se ha constituido en un desastre que sobreviene con cada invierno. Acerca de este problema, la comunidad pregunta: “¿Por qué los administradores del Estado no realizan los trabajos de contención durante el verano?”
La respuesta a este interrogante es evidente: El invierno es una especie de “baloto” que se presenta con un período de retorno hídrico, durante el cual los gobernadores y alcaldes del sector de la Mojana y Ayapel se ganan el premio mayor de la lotería de “Caregato”, que consiste en los cuantiosos recursos asignados para las emergencias.
Como es obvio, inmensas fortunas se ahogan en las aguas del río Cauca y en los playones de arroceros y ganaderos engañados por políticos sectoriales, avivatos y “líderes” aparecidos con otro acento fonético.
En marzo del 2020 se entregaron las obras de protección del talud exterior de la primera curva del meandro de “Caregato”, que consistieron en bolsones de poliuretano tipo Tetrapak, con un peso superior a las 100 toneladas.
Esta obra de protección perimetral del talud, de la cara externa de la curva, falló, en su estabilidad, a causa del embate invernal de abril.
Luego, a solo 15 días de haber sido recibida la obra, se produjo el volcamiento de los bolsones superiores que permitieron las filtraciones del río y la apertura de la gran boca “Caregato”, que ahora tiene una anchura de más de 300 metros.
Durante la creciente, el río Cauca lleva más de 4.500 m3 por segundo, a una velocidad de 7 kilómetros por hora. Esto equivale a aproximadamente a 100 tractomulas simultáneas sin freno.
Por dicha boca hidráulica empiezan a salir cerca de 400 m3 de agua por segundo.
En pocos días el río Cauca inunda más de 60.000 hectáreas de terreno de las planicies aluviales de la Mojana y Ayapel.
El desplazamiento forzado, de personas y animales, que causa la creciente del río Cauca, es apocalíptico.
Después de tantos años, hoy el problema continúa vigente. Esto se debe a la frescura e inoperancia de los entes territoriales de esa zona y también a la incapacidad técnica de las agencias nacionales que atienden estas contingencias catastróficas.
El contratista y la aseguradora de riesgos le deben responder al país por la falla física de la obra de protección perimetral que está dentro de la vigencia de la póliza de calidad de la obra que tiene vigencia de cinco años.
Como medida de mitigación inmediata optaron por cortar el meandro de “Caregato”, con el fin de bajar el volumen y la presión hidráulica sobre la boca.
Esta acción hará que sea más fácil su reconstrucción, pero la ANGR está adelantando la obra con dragas obsoletas e inadecuadas, las cuales no son aptas para la función de excavación en humedales profundos.
Antiguas versiones cuentan que los políticos se burlaban de Noe; este patriarca, por sus conocimientos de astronomía, sabía que era inminente un evento meteorológico extremo.
Pero él estaba planeando un sistema de respuesta de emergencia de control de inundaciones de cuatro niveles, en el cual el nivel I representaba la respuesta más severa.
Tal como estaba pronosticado, se inició una precipitación sin precedentes que cobró millones de víctimas mortales en todo el mundo, entre ellos, los políticos escépticos.
Ojalá esta saga, que es contada por diversas culturas en diferentes regiones del planeta, sirva para que los corruptos, que han hecho de las inundaciones un negocio, reflexionen.
La felicidad está compuesta de principios sencillos como salud, prosperidad, amor, pan, abrigo y refugio.
El dinero no es malo, pero el amor al dinero, por parte de una élite egoísta, está causando no sólo la pobreza de los pueblos, sino también la autodestrucción de la humanidad y la aniquilación del planeta.
¿Es esto lo que quiere la élite corrupta?