Por: Eduardo Padilla Hernández, abogado profesor de derecho ambiental.
La guerra no es algo nuevo. Desde tiempos antediluvianos, factores como la soberbia y el poder sin dominio propio y sin amor, entre otros, dividieron a la humanidad en dos bandos contrarios.
Como siempre ha sucedido: un grupo es la víctima y el otro el victimario.
Poemas magistrales: sumerios, egipcios, hindúes, romanos, chinos y hebreos, entre otros, que se pierden en la noche aterradora de los siglos, relatan guerras terribles.
Todos esos textos arcaicos indican que no existe guerra justa, por tanto, en toda hostilidad hay injusticia.
Los cerebros de la beligerancia, aunque se den golpes de pecho y presuman de ser cristianos, mahometanos, católicos, o cualquier tendencia espiritual, tienen tres objetivos bien definidos: Destruir, robar y matar.
Como decía mi santa abuela, Dios la tenga en la gloria: “Cuando yo le diga burro blanco, no le busque pelo negro”.
La guerra es la aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos.
La confrontación bélica ha sido la peor idea de los gobernantes del mundo.
No podemos olvidar los tristes ejemplos de la segunda guerra mundial, durante la cual se cometieron tremendos genocidios e injustas represiones.
Las guerras, a lo largo de la historia, se han presentado por dos motivaciones fundamentales:
1) La búsqueda de poder propio.
2) El temor al poder de los otros.
En la antigüedad las guerras se hacían por el oro y el poder.
A estas motivaciones se unen tres negocios del mundo actual: El petróleo, el carbón y el narcotráfico.
Haití no está en guerra porque no tiene carbón, no posee petróleo, ni cocaína.
Pero la honestidad es una piedra en el zapato del narcotráfico.
Por esta razón asesinaron a Jovenel Moise, presidente de ese país isleño.
El objetivo de la persona que provoca o es amiga de la guerra es acumular mucho dinero y alcanzar más poder, no por medios legales, sino por sobre la cabeza de su opositor, infringiendo la normatividad y vulnerando los derechos de las víctimas.
El mayor genocidio de que se tenga noticia fue el que originó el proyecto romano-ibérico “Cristóbal Colon”, en el nuevo mundo, hoy América, mediante el cual se llevaron a cabo las peores masacres, saqueos y destrucción de todo el acervo cultural americano.
Luego siguió la primera guerra mundial (28 de julio de 1914-11 de noviembre de 1918), la cual dejó millones de muertos y heridos de todas las naciones involucradas.
Mas tarde, en la segunda guerra mundial (1941-1943), murieron 60 millones de personas.
Si los soldados, frente a la orden de ir a recibir balazos en la guerra, conocieran la verdad, decidirían entrar en desobediencia militar, porque mientras ellos ponen los muertos, los presidentes, como cosa rara, nunca sufren ni una raspadura.
Estados Unidos ha intervenido militarmente en el resto del mundo, desde su guerra de independencia en 1775 en adelante.
Dichas intervenciones han sido numerosas, y se han visto causadas y motivadas por distintos factores, buscando defender los intereses de la nación norteamericana alrededor del mundo.
En la actualidad, Ucrania está siendo invadida por Rusia. Aún no se conoce la cifra de soldados y población civil muertos y heridos.
Ucrania se encuentra entre los principales productores y exportadores de maíz, trigo y cebada. En 2021 se situó como sexto productor mundial con casi 30 millones de toneladas de maíz. Este país está catalogado como el granero de Europa.
Pero ahora esa nación está siendo arrasada por la invasión rusa hace ocho meses. La economía ucraniana se contraerá 35% este año. La guerra ha destruido fábricas, tierras de labranza, y ha desplazado a millones de ucranianos. Pero los presidentes de esas dos naciones parece que vivieran dentro de sendos toldos inexpugnables, pues no los ha pinchado ni un mosquito.
La oposición del gobierno colombiano rumora que el alza de los precios de ciertas mercancías se debe al paro de camioneros y al alza de 200 pesos de la gasolina, pero eso no es cierto, porque en realidad el precio de algunos productos subió fue a causa de frenar las importaciones que, antes de la guerra, provenían de Rusia y Ucrania.
COLOMBIA, LA REINA DEL SUR.
Hace dos mil años, Jesús, el más grande de los líderes hebreos, lanzó un pronóstico, enigmático en aquella época, diciendo que “La reina del Sur se levantará y juzgará a las naciones”.
Como van las cosas, creo que la Reina del Sur es Suramérica, liderada por Colombia.
Me parece que ese vaticinio, impregnado de poesía, es cierto, porque en esta nación se iniciará, se adelantará y se consolidará una Reforma Agraria Integral sin precedentes en la historia del país, con la cual se pretenderá concretar el Acuerdo de Paz
Total en tres sentidos:
1. “Formalización de tierras, recuperación y adjudicación de baldíos hacia la redistribución de tierras fértiles improductivas mediante el uso de instrumentos fiscales y compra de tierras por parte del Estado”.
2. “Resituar la producción de alimentos como un motor crucial de la economía nacional. Así logrará:
Promover una mayor soberanía alimentaria para proteger al país del fenómeno inflacionario global, que resultó de un aumento en los precios de los alimentos por un sistema de producción frágil y dependiente de las cadenas globales de suministro, las cuales entraron en crisis durante la pandemia y después con la invasión de Rusia a Ucrania”.
3. “Contribuir a superar la dependencia de las rentas de la minería y el petróleo, en el marco de un consenso científico global sobre la importancia de una transición energética que reemplace los combustibles fósiles por otras formas de energía con menos emisiones de gases de efecto invernadero”.
Este proyecto de Reforma Agraria Integral contará con otros componentes importantes, como son la universidad, el Sena y el banco Agrario, entes estatales que serán descentralizados hacia el campo, los cuales estarán a cargo del conocimiento y los recursos, con el fin de trabajar el renglón agropecuario a gran escala, con el objetivo de lograr una gran producción para consumo interno y para las exportaciones.
Además, con la recuperación de la empresa Monómeros, los insumos agropecuarios tendrán un menor costo, lo que contribuirá a bajar los precios de la canasta familiar de los colombianos.
De esta manera, el individuo, la familia, la sociedad y el gobierno, trabajando sin hambre, no tendrán tiempo para la guerra. Está cerca el tiempo de “vivir sabroso”, como dice Francia Márquez.