El Gobierno de Nicolás Maduro plantó este viernes a la oposición venezolana en la tercera ronda de negociaciones que debía arrancar en Ciudad de México y que de momento quedó aplazada de forma indefinida entre reproches de ambas delegaciones.
Tras una jornada de enorme secretismo y opacidad en el hotel donde debía reanudarse el diálogo, el representante de la Plataforma Unitaria de la oposición, Gerardo Blyde, quien llegó a México el jueves, anunció que la delegación gubernamental no se presentó al encuentro.
Blyde lamentó en un comunicado que en esta ronda se iba a constituir una mesa de atención social «para promover los programas de nutrición infantil, trasplantes y vacunación» y se iba a «discutir la construcción del sistema de justicia».
«Ante la ausencia de la delegación del régimen el día de hoy, la delegación de la Plataforma Unitaria reitera su compromiso de avanzar en este proceso, siempre en el marco de las normas previamente acordadas», apuntó.
El oficialismo no ha justificado su ausencia ni ha aclarado si acudirá durante el fin de semana a México, donde estaba previsto que la tercera ronda de contactos, auspiciados por Noruega, concluyera el lunes próximo.
Solo se refirió al diálogo la vicepresidenta ejecutiva de Venezuela, Delcy Rodríguez, quien arremetió en redes contra el embajador de EE.UU. en el país, James Story, a quien acusó de dar órdenes a la oposición «sobre qué hacer en la mesa de diálogo» después de que el diplomático condicionara el levantamiento de sanciones a la «liberación de presos».
Un mensaje, el de la vicepresidenta, que fue respaldado por Jorge Rodríguez, presidente del Parlamento venezolano y líder del equipo negociador del Gobierno, quien escribió en redes que el Ejecutivo venezolano «jamás atenderá una agenda que intente imponer este personaje», en referencia al embajador.
Durante los días previos a este encuentro, el ambiente se había tensionado después de que el Gobierno venezolano anunciara por sorpresa el nombramiento del empresario colombiano Alex Saab como miembro de su delegación, pese a estar preso en Cabo Verde, a la espera de si es extraditado a Estados Unidos.
El jefe de la delegación del Gobierno se refirió a Saab, acusado de ser testaferro de Maduro y preso desde junio de 2020, como «un diplomático venezolano» que se encuentra «secuestrado en una cárcel en el extranjero».
La oposición consideró este movimiento como una «estrategia de defensa» de Saab ante su proceso judicial y replicó que continuará el diálogo pese a la decisión de incluirlo.
Días después, el Gobierno de Venezuela también acusó a la oposición y a sus «patrocinadores extranjeros» de «sabotear, condicionar y evadir los compromisos establecidos» al iniciar los diálogos el pasado mes de agosto.
PRIMER CONTRATIEMPO
El aplazamiento de esta tercera ronda de contactos es el primer gran contratiempo que experimentan los diálogos desde que arrancaron el pasado 13 de agosto en el Museo Nacional de Antropología de México.
Ese día, el oficialismo y la oposición firmaron un memorando con siete puntos a tratar: derechos políticos, un cronograma electoral con garantías, respeto al estado de Derecho, el levantamiento de sanciones, la renuncia a la violencia, medidas de protección social y garantías de implementación de lo acordado.
Aunque las conversaciones iniciales se alargaron hasta el 15 de agosto, no fue hasta la segunda ronda de contactos, entre el 3 y el 6 de septiembre, que se cerraron los primeros acuerdos.
En ese encuentro pactaron reivindicar de manera conjunta la soberanía venezolana sobre la Guayana Esequiba, una zona de 159.500 kilómetros cuadrados, rica en recursos entre Venezuela y Guyana, que ha sido centro de una pugna entre los dos países por casi dos siglos.
El segundo fue un «acuerdo parcial para la protección social del pueblo» a fin de que el Gobierno de Maduro pueda recuperar activos congelados en el extranjero.
En días pasados, el alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, confió en que el diálogo continúe «de buena fe», mientras el presidente colombiano, Iván Duque, pidió ante la ONU no ser «ingenuos» ante el alcance y resultados de las negociaciones.