Gracias a las investigaciones de la Policía Nacional, se descubrió como a los cuatro pequeños se les enseñaba todas las fases del negocio ilegal del tráfico de estupefacientes, así como a moverse sigilosamente entre distintos expendios para comercializar los alucinógenos sin levantar sospecha de la Policía.
En varias de las principales ‘ollas’ o sitios de expendios de Bogotá, los menores eran los encargados de venderle drogas a los habitantes de calle. En sus juguetes camuflaban las papeletas de cocaína y los cigarrillos de marihuana que ellos mismos preparaban por orden de mamá y de su padrastro.
“Ponían a los niños de ocho y diez años a llevarles la droga a los consumidores, ellos la escondían en sus juguetes o en su ropa. Así, camuflados era muy difícil que una patrulla de la Policía le realizara una requisa. Por eso burlaban a las autoridades. En medio de su inocencia los capacitaban para cometer delitos”, dijo el mayor Sergio Torres, jefe de la Unidad Investigativa de Infancia y Adolescencia.
En las pesquisas se comprobó que la mujer no solo instrumentalizaba a sus propios hijos, sino que demás pensaba en dejarles de herencia una ‘olla’ para cada uno cuando ella muriera. Esto, supuestamente, el fin de continuar con el emporio de la venta de drogas en la capital del país.
La banda fue desmantelada gracias a agentes infiltrados que dejaron en evidencia a los niños liderando la venta de drogas. Los menores fueron rescatados y entregados al ICBF para que sus derechos sean reestablecidos.